Hoy no vengo a daros una receta, aunque el título de la entrada pueda indicar lo contrario. Lo que quiero contaros hoy, es una comparación que yo hago mucho con las lentejas y que poca gente entiende.
Es una comparación con la que mucha gente me toma por loca, quizás lo esté, pero creo que se asemeja mucho a algunas situaciones que nos pasan en el día a día.
Voy a explicároslo, porque seguro que no entendéis nada de lo que os estoy diciendo. Pues bien, una de las comidas que menos me gusta son las lentejas. Ahora imaginaros que vosotros le preguntáis a vuestra madre (o quien os haga la comida, si no os la hacéis vosotros) qué va a hacer de comer ese día, y ella os dice lentejas. La primera impresión es "puf, lentejas, con lo poco que me gustan, no podría hacer otra cosa que me guste". Pero claro, os ha dicho lo que va a hacer bastantes horas antes de que llegue la hora de la comida y en ese tiempo vosotros seguís pensando, y asumiéndolo "bueno, de vez en cuando hay que comer lentejas, no están tan malas, haré un esfuerzo y me las comeré todas." Pues bien, ya que estáis mentalizados, legáis a casa y cual es vuestra sorpresa que os encontráis que hay migas (o patatas fritas o lo que más os guste), pero ya no es lo mismo, parece que tu cuerpo ya te pedía las lentejas y no te hace tanta ilusión tus platos preferidos. Y me diréis, pues a mi si me ponen delante un plato de migas no me importa que me hubiesen dicho que tenia que comer lentejas, me alegro. Y mi respuesta es que no es que yo no me alegre, pero con lo que me ha costado convencerme a mi misma pues ya no es lo mismo, me lo como, pero no con la misma alegría.
Situaciones como esas tenemos en el día a día muchas, diferentes, pero yo siempre acabo diciendo: "mira, esto es como con las lentejas" y la gente me mira raro.
Ahora, pongamos algún ejemplo donde usarlo, a ver que piense. Imaginaros que queremos irnos a pasar el día fuera y el tiempo da lluvia para ese día. A ti no te apetece salir con lluvia, no te puedes arreglar mucho, tienes que ir con el paraguas, pero con el paso de las horas lo vas asimilando y vas pensando, bueno, pero puedo saltar en los charcos, no hace falta que esté mucho tiempo antes arreglándome el pelo, pueden salir fotos bonitas. Y tan felices pensando todo eso os acostáis, y al día siguiente cuando os despertáis hace un día de playa. Claro, se os ha caído todo el plan, no es que te apasionaba el plan, pero ya te lo habías imaginado y aunque prefieras pasar el día sin paraguas ya no es lo mismo.
Espero que me hayáis entendido, aunque creo que es un poquito difícil. Todo se resume en que te ilusionas con algo que al principio no te gustaba, y cuando ya estas completamente convencida que eso es para ti todo gira y te ponen delante lo que sí te gustaría, pero tu ya no lo quieres.
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